(Scroll down to read it in Spanish)
We have swallowed so many lies recently, we have almost lost our sense of taste. We can’t recognise the different flavours anymore and some of these lies seem to taste like the truth. The most common dish in current Spanish gastronomy is the one which says the economic crisis is over. However, no matter how many additives and preservatives the mass media add to it, it’s not possible to get rid of its appalling smell.
Sophisticated palates have already realized that. They are already tired of hearing how the system blames them for mistakes they did not make and exhausted from paying a debt they did not generate. These people are fed up of corruption, fed up of the impunity enjoyed by white-collar criminals. They tell us they cannot express more indignation. But all these words are draining their power.
In fact, we have to admit that the system has done an outstanding job. After all, the government has everything on its side. Elites have achieved their goals: they have taken back the rights that our ancestors achieved with their sweat and blood. They have turned the system around in order to take control again by blurring the lines which delimit justice, ethics and morality. The crisis is their best achievement, almost a utopia. Crisis is the perfect scenario, a wet dream of a system founded on inequality and profit maximization, without caring about costs. And who are they? They are the political establishment, large landowners, major shareholders, bosses of major banks… Finally, it all comes down to a dichotomy: the ones who have no power versus the ones who want to have even more.
Stats reveals the evidence: Spain is still on the top of an embarrassing list. Unemployment, job instability and welfare cutbacks. These are the holy trinity of the ruling classes, who do not care about the population’s needs. The chasm between the rich and the poor is getting bigger every year as society loses its class consciousness. This should be the perfect breeding ground for revolution but it does not happen. Despite the economic powers-that-be delivering us into this perfect financial storm, people remain paralysed, doing nothing, giving their consent. The Spanish people are as much ‘indignado’ as mute. This is because we are scared of losing the few things we still have. We will be ostracized and ruled by the scared middle classes unless we get rid of that fear.
Maybe this situation occurs due to our DNA. Perhaps, this reality is part of the Mediterranean idiosyncracy where family forms the backbone of society. Families bear the economic brunt and they are the only ones keeping us tied to this toxic system.
The key to Spanish society can usually be found in Spanish proverbs. “Better the devil you know”, it says. Our worst enemy is our fear of change. People think everything will go on just the same as before the crisis, but not everyone thinks in the same way. Pau Faus wanted to immortalize one of those exceptions.
‘Ada For Mayor’ is not only propaganda. It is true: this is the documentary which explains how the activist Ada Colau become first female Barcelona mayor. However, there is much more. ‘Ada For Mayor’ tells the story about how Barcelona rebelled against the system in order to give the city back to the people. Also, ‘Ada For Mayor’ describes how the activist Ada Colau mutates into a politician, facing her own fear: how to not succumb to the corrupt rules of political games.
Faus show the current status of Spain: a frustrated country which carries a constant weariness. Spain is willing to change the way politics works but it doesn’t have enough self-confidence to do it. ‘Ada For Mayor’ also shows the new reality of left-wing parties as Faus describes the birth of Barcelona en Comú. The documentary maker shows a society rooted in a two-party system, even in the plural Catalonia: Spanish people prefer to vote for faces and political symbols rather than the political ideas that they promote.
‘Ada For Mayor’ is the last howl of a wounded animal. It is a scream of hope. Painfully, it leaves us with that sour taste that activism and politics cannot go hand-in-hand.
‘Ada For Mayor’ launches IberoDocs IV, Ibero-American Documentary Film Festival of Scotland.
SPANISH
Ingerimos tantas mentiras que casi hemos perdido el sentido del gusto. Nuestra lengua se encuentra apelmazada y las pocas papilas gustativas que han sobrevivido apenas recuerdan el sabor de la verdad. El plato más típico dentro de nuestra gastronomía está en todos los menús, aquel al que llaman ‘fin de la crisis económica’. Los mass media pusieron todo su empeño en cocinarlo: colorantes, conservantes, aditivos. Sin embargo, hay algo que falla: su olor a rancio sigue repeliendo a los comensales más exigentes. Ellos ya están cansados de ese hedor, de que les echen la culpa de errores que no han cometido y de pagar deudas que no les pertenecen. Están hartos de la corrupción y de la impunidad de criminales de guante blanco. No pueden con tanta indignación, dicen. Pero, la verdad, es que pierden la fuerza por la boca. Le echan la culpa al empacho.
Nos guste o no, hay que reconocerlo: el sistema ha hecho un trabajo impecable. Al fin y al cabo, no podíamos esperar menos: las tienen todas consigo. Las élites han conseguido lo que querían y, por fin, han reconquistado los derechos que nuestros antepasados ganaron a base de sangre y sudor. Han conseguido dar la vuelta al sistema para volver a agarrar la sartén por el mango, a cualquier precio, desdibujando las líneas de justicia, ética y moralidad. Como siempre debería de haber sido. La crisis constituye su mayor logro, casi una utopía, el escenario perfecto para dar rienda suelta a su imaginación, el sueño húmedo de un sistema erigido sobre los conceptos de desigualdad y maximización de beneficio, sin importar el coste. ¿Quienes son ellos? La clase política dirigente, el gran propietario, los grandes accionistas, los dirigentes de los bancos. Un largo etcétera. Tantísimos cargos. Tan pocas personas. Porque, a fin de cuentas, todo se reduce a una dicotomía: los que tienen poco o nada contra los que quieren tener todavía más.
Las estadísticas revelan lo evidente, lo que se ve día a día en las calles: España sigue encabezando los primeros puestos de una lista vergonzosa. Desempleo, precariedad y recortes conforman la santísima trinidad de unos gobernantes, de un sistema, que no se preocupa de las necesidades de la población. La brecha que separa ricos y pobres es cada vez más gruesa en una sociedad carente de conciencia de clase. En términos normales, esta situación sería el caldo de cultivo perfecto para que estallara una revolución. Pero no. A pesar de que las élites económicas han hecho lo imposible para crear la tormenta perfecta, para llevar al país entero al borde del colapso, el pueblo sigue sin hacer nada, continúa hierático, intrascendente. Tan indignados y, a la vez, tan mudos. Demasiado tarde. Porque tenemos miedo a perder lo poco que nos queda. Y mientras lo tengamos, estaremos condenados al ostracismo, dirigidos por una clase media amedrentada. Será que lo llevamos en la sangre. La historia nos avala. O quizá sea cosa de la idiosincrasia mediterránea, cuyo eje, dicen, se encuentra en la familia. Ella es la que soporta todo el peso económico haciendo que lo único que no perdamos sea el yugo que nos aferra a un sistema tóxico.
No obstante, el que mejor define a la sociedad española siempre ha sido su propio refranero: más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, versa. El miedo al cambio, nuestro mayor enemigo. Se tiene la esperanza de que todo esto pasará, que todo volverá ser como antes. Pero no hay más ciego que quien no quiere ver. Por suerte, no todo el país piensa de la misma manera y Pau Faus quiso inmortalizar una de esas excepciones.
‘Alcaldessa’ es algo más que propaganda. Es cierto que, para muchos, no es más que el documental de cómo la activista Ada Colau consiguió hacerse con la alcaldía de Barcelona, esa película que emociona a sus partidarios y encoleriza a sus detractores. Pero ‘Alcaldessa’ es mucho más que eso. Es una historia épica, la historia de cómo Barcelona se reveló contra el sistema para devolver la ciudad al pueblo llano. Junto al relato ciudadano, ‘Alcaldessa’ muestra también la transición interior de la protagonista, la de la Ada Colau activista a la Ada Colau política. Porque, durante casi un año, el director consiguió mimetizarse con la catalana, que terminó por filmar un video diario donde publicó sus deseos, dudas y temores, en su lucha interna por no caer en unas reglas del juego contaminadas por la corrupción.
Faus muestra a la perfección la situación de un país que vive en continuo hastío, frustrado, deseoso de dar un giro a su política, pero sin la confianza de llevarlo a cabo por sí mismo. Nos revela, además, la realidad de la nueva política de izquierdas, al ser testigo del nacimiento de la plataforma Barcelona en Comú. El documentalista retrata cómo la sociedad sigue anclada en una mentalidad bipartidista, incluso en la plural Cataluña, donde el espectador puede llegar fácilmente a la conclusión de cómo la población valora mucho más al individuo, al símbolo, que a las ideas éstos representan.
La cinta es el último aullido de un animal herido de muerte, un cántico a la esperanza en sí misma, a creer en un cambio que parece imposible. Con dolor, Faus nos recuerda que política y activismo nunca podrán estrecharse las manos. Un exquisito sabor agridulce.
‘Alcaldessa’ dará el pistoletazo de salida a la cuarta edición de IberoDocs.